jueves, 30 de octubre de 2008

Esquina bajo

Como todas las mañanas me encuentro parado en la calle, cerca de un letrero que indica PARADERO. Pasan manadas de carros que contaminan el ambiente y sólo me decido en elegir uno. Cuando se acerca el colectivo que me transportará hasta mi destino levanto el brazo y con una seña le indico que se detenga. Un sujeto, que su voz escucho todo el viaje, me abre paso para ingresar al transporte. Una vez adentro mis ojos empiezan a moverse de un lado a otro buscando un asiento desocupado para poder sentarme en él. Por fin localizo uno y me acerco cuidadosamente, agarrándome siempre de los pasamanos... no sé quién diablos agarró este pasamanos que está grasoso de principio a fin. Finalmente, mi trasero se posa encima del asiento y me relajo, de pronto siento algo extraño, veo que hay mucha gente y me da la sensación de que me falta aire, no es claustrofobia pero es que siento el ambiente demasiado cerrado, es obvio, no hay ninguna ventana abierta, abro la que está a mi costado y siento al aire contaminado que me ventila y llena mis pulmones de smog, no parece importarme mucho por que es el único aire que tenemos.

"Ojala que te mueras, que todo tu mundo se vaya contigo...", no puede ser. Esa canción estúpida de nuevo, esa canción que ya no aguanto, esa canción que no tiene sentido alguno está sonando. Era de suponerse, de cada 10 colectivos que subo, en 9 suena la cumbia. Éste género musical me tiene enfermo pero otro día hablare de él. Aturdido por la música sintonizada, miro a mi alrededor y veo a la mayoría de personas con audífonos, escuchando lo que les gusta; los envidio. Además de la cumbia, también se oye la voz del cobrador, "¡todo Javier Prado, Santa Patricia, Orrantia!". Dios mío.

Estoy concentrado en un libro que me puse a leer para alejarme del mundo, cuando de pronto un grito rompe la concentración y me obliga a levantar la cabeza para ver que sucede...

- Un sol cincuenta está el pasaje, señora.
- No, a mi me cobran un sol veinte hasta allá.
- Señora, mira el tarifario, un sol cincuenta hasta la avenída La Molina.
- Devuélveme mi plata. ¡Bajo! ¡Bajo!
- No señora, sol cincuenta.
- ¡Bajo!Dame mi plata, carajo. ¡¡Baajo!!
- Oiga - interrumpe una voz gruesa - deje bajar a la señora.

En silencio y resignado, nuestro amigo "El Cobrador", retrocede y separando monedas en la palma de su mano regresa a la puerta del colectivo y la abre, para luego darle el vuelto a la señora y dejarla bajar. Por fin, ahora sí, podre leer tranquilo. Según una amiga, el pasaje debería de costar un sol, por que el petróleo y la gasolina suben de acuerdo al crecimiento racional de las tasas financieras; que por ende, incentivan a la economía nacional y que ahora está siendo perjudicada por la crisis mundial... si no entienden no importa porque ni yo entendí.

El carro empieza a llenarse, ya no hay asientos. Una venerable anciana sube al carro, apenas se puede mantener de pie y no alcanza al pasamanos. Nadie se digna en darle su asiento, el "asiento reservado" está ocupado por otro anciano; como a mí sí me enseñaron a ser respetuoso con una persona anciana, me pongo de pie y le concedo mi asiento. No importa, soy el único de pie. El colectivo se estaciona en una esquina y sube un hatajo que luego, empieza a acomodarse o mejor dicho, a apretarse. Ahora estoy en una posición media rara y tratando de que mi mano no se resbale del pasamanos grasoso. "Permiso, permiso", un sujeto pasa pisando los pies y empujando a la gente con su maletín.

- ¡Bajo!
- ¡Paradero bajan!
- No, bajo aquí, no paradero.
- Disculpe, señor, sólo en paradero se pueden bajar, hay policía.
- ¡Bajo! Quiero bajar aquí.
- Paradero nomas, señor. ¡Paradero!
- @/#$!

¿Por qué insisten en bajar en un lugar que no se puede? Luego viene el policía y para al carro y nos friega a todos porque perdemos tiempo.

"Señores pasajeros, discúlpenme por interrumpirles de esta manera su lindo viaje..." ¡Por la ...! ¡¡¡Aaarrrggg!!!. "Soy un padre de familia que recién salgo del penal y no cuento con un trabajo, por eso me veo obligado a subirme a los carros, pero yo no vengo con los manos vacías, vengo a ofrecerles este producto "golocinario", las ricas gomitas de sabores, a diez céntimos la unidad, les agradezco su colaboración..." No es por que sea un discriminador, pero estas personas me caen pesado. Esta bien que trabajen pero molestan, hacen que mi viaje sea más miserable. Además, ese es su trabajo y no tienen por que quejarse de que están caminando desde hace horas, si eligió ese trabajo que se aguante, son los rajes del oficio.

Por fin se bajo, ahora estoy más tranquilo, pero...¿porqué el carro se detuvo? Veo por la ventana y me percato de que docenas de vehículos están estancados. ¡¡...!!, espero varios minutos pero no aguanto más estar encerrado en este lugar, con la gente apretujada,la cumbia, me da ganas de vomitar.Por fin me bajo, camino hasta la vereda y el tráfico se disuelve, me hubiera quedado un rato más y no tendría que caminar...

1 comentario:

DiegoR dijo...

Habla cheto! soy diego ruiz, oe esta muy bueno tu blog , recien lo he leido hoy(19-11-2008), siempre entre una cosa y otra me olvidaba de entrar pero ya por fin me saque el clavo...oe sigue escribiendo ps q tu blog tiene futuro XD!!!